Cedió, con calambres, ante Novak Djokovic (6-3, 5-7, 6-1, 6-1)

Una lesión acaba con el sueño de Alcaraz en Roland Garros

Carlos Alcaraz cayó, totalmente acalambrado, ante Novak Djokovic (6-3, 5-7, 6-1, 6-1), y se despide de Roland Garros en semifinales

«No puedo»: el dramático momento en el que Alcaraz se lesionó en la semifinal de Roland Garros

Espectacular: el punto imposible de Alcaraz que aplaudió hasta Djokovic

Alcaraz
Nacho Atanes
  • Nacho Atanes
  • Redactor de deportes y canterano de OKDIARIO. Desde 2016 cubriendo la información de tenis. También baloncesto, fútbol, ciclismo y otros contenidos.

Carlos Alcaraz tuvo que enfrentarse a la cara más amarga del deporte en uno de los días más importantes de su carrera en el tenis. El tenista español se medía con Novak Djokovic en el partido más esperado del año, una semifinal de Roland Garros con sabor a gran final anticipada, pero no pudo competir después de sufrir numerosos calambres en sus piernas, y tuvo que conformarse con mantenerse en pista con uno de los mejores tenistas de la historia. Djokovic accede a la final (6-3, 5-7, 6-1, 6-1) después de una batalla que desgastó al que menos se esperaba, apartándole de un torneo que tendrá la oportunidad de conquistar en el futuro, por puro talento y ambición.

Alcaraz cedió el primer set ante un Djokovic sideral y venció en el segundo, épico y exigente al máximo en el plano físico y mental, antes de derrumbarse, de manera inesperada, en el comienzo del tercero. Calambres en las dos piernas y también en zonas superiores mermaron a Carlitos hasta no poder ni moverse, dejando ir el tercer set y haciendo todo lo que pudo en el cuarto, hasta ver volar el partido hasta las fauces del feroz Djokovic, que el domingo peleará con Casper Ruud o Alexander Zverev por su tercer título en Roland Garros.

Después de 12 días de competición del máximo nivel, polémicas extradeportivas y mucho, mucho tenis, Roland Garros llegaba a la fecha que se asumía como decisiva desde que sorteara el cuadro final masculina. Esta vez, lo que estaba marcado en rojo no era la final si no la primera semifinal, la que debía enfrentar a los dos grandes candidatos al título. Por un lado, Carlos Alcaraz, número uno del ranking ATP, gran dominador del año en tierra y aspirante a su primer entorchado en París. Por el otro, Novak Djokovic, también aspirante, aunque en su caso a ser el tenista que más títulos de Grand Slam tiene en la historia, algo que puede lograr en Roland Garros desempatando con el rey y dueño de la Copa de los Mosqueteros, Rafa Nadal.

Las apuestas daban como favorito a Alcaraz, quien llegaba tras sumar exhibición tras exhibición con un juego espectacular que engancharía al mayor hater del tenis. Una estrella del rock de sólo 20 años y con la raqueta en lugar de la guitarra. Sin embargo, Djokovic, curtido en mil batallas y vencedor de casi todas ellas, estaría enfrente con su disposición a vencer desde la contra y haciendo de la experiencia un grado. El mejor partido del mundo, inédito en este año y con sólo un precedente –victoria apretadísima de Alcaraz en Madrid 2022– llegaba al mayor escenario tenístico del mundo, la pista Philippe Chatrier.

Djokovic da una lección a Alcaraz

Entrando ya en materia, la puesta a punto de Novak Djokovic fue superior a la de Carlos Alcaraz. Ambos tenían, a buen seguro, estudiado el escenario para imponer sus cualidades desde el primer minuto, pero la adaptación del plan de Djokovic fue del 100%. Un tanteo en los primeros juegos y asestar el golpe a la primera oportunidad. En su mejor juego del set, Nole, que jugaba con paciencia pero sin dudar a la hora de pasar a la ofensiva, quebraba el servicio de un Carlitos al que no le sentó demasiado bien el break.

Las dudas comenzaron a llenar a Alcaraz, sin confianza en el revés y apoderado por el viento que marcó el partido. Djokovic se quejaba más del vendaval, pero ya tenía ventaja suficiente como para que el empate técnico le valiera para imponerse en el set. El encuentro estaba competidísimo y Carlitos apretó una y otra vez ante las dudas de Nole con el primer servicio. Elemento clave en el partido, si el serbio metía primeros ganaba casi siempre y si se iba al segundo, casi nunca. Así llegó la igualdad y hasta cuatro pelotas de break para Alcaraz, que no pudo aprovechar, dejando marchar el primer set del partido por 6-3.

El golpe encima de la mesa lo daba la leyenda, con el príncipe esperando su oportunidad y sin recular lo más mínimo pese a sufrir un severo correctivo tras cinco encuentros en los que había arrasado en el primer set. Alcaraz tenía una misión y el tropiezo inicial no iba a apartarle del objetivo, pero Djokovic, con inercia a favor, se convertiría en aún más peligroso. Así las cosas el segundo set comenzaba con ambos pujando e igualados, al máximo, sin que el empate quebrara.

Alcaraz saca su mejor versión

En el debe de los tenistas destacaban dos cosas. En el de Carlos, la solidez con su revés de fondo, más fallón de lo habitual. En el de Djokovic, sus definiciones, sumamente imprecisas, en la volea y tras las dejadas de Alcaraz. El segundo set estaría en la explosión de virtudes, pero también en percutir sobre los defectos mostrados por el de enfrente.

Los servicios eran el seguro de ambos tenistas hasta el 4-3, momento en que Alcaraz vio abierta una puerta y se coló con la fe de los extremos creyentes y el talento innato que le ha dado Dios. Un break levantaba a todos menos a Djokovic, que quedaba con semblante de derrotado sobre la tierra, todo fachada, pues no había dicho su última palabra. Apretando más que nunca su derecha, Nole devolvía la estocada a Carlitos, reestableciendo de nuevo unas tablas que pudo romper Alcaraz con un 0-40 con 5-4, pero no lo hizo. De nuevo, la varita del balcánico volvía a agitarse.

Vivo tras dos milagros, a Djokovic no le quedaban más ases en la manga para este segundo set. Alcaraz sí lo sacaba en un juego en el que Nole pudo agitarlo todo, con servicio del español, pero el mejor Carlitos estaba al otro lado de la pista e iba a demostrarlo con un juego en blanco, esta vez sin titubeos, que confirmaba su victoria por 7-5 en un segundo set de órdago que mermaba las fuerzas físicas de ambos, algo también positivo para el más joven y teóricamente más resistente.

La lesión de Alcaraz marca el partido

Cualquier parecido con la realidad sobre lo que vendría a continuación es pura coincidencia. El que pudiese adivinar que, pasados dos juegos, Carlos Alcaraz iba a acalambrarse por completo y no poder seguir jugando, o más bien corriendo, debe ir corriendo a la primera administración de lotería y apostar todo su dinero. La realidad sin embargo, fue la que fue y Carlitos se quedó petrificado, con calambres «aquí, aquí y aquí», como le dijo al fisio que le atendió tras ceder, por norma, un juego para poder recibir masaje.

El tercer set se marchaba con sólo un jugador dentro de la pista, y con él Carlitos a vestuarios para buscar el milagro. Volvió, era demasiado pronto para retirarse, como él mismo confirmó que las sensaciones no eran buenas. Alcaraz no iba a menos, pero su nivel, con la merma de los calambres, era tan bajo que incluso hizo dudar a Djokovic en su propio juego. Solventado el lapsus, el serbio puso las cosas en su sitio y colocó un 3-0 que dejó el interés en si se retiraría el español y cuando. No lo hizo, porque además de ser una estrella es un ejemplo de tesón, pero tras tres horas y 15 minutos de sufrimiento, Carlos Alcaraz tuvo que dejar paso a Novak Djokovic, que es el primer finalista de Roland Garros.

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